
El proyecto "Contra el racismo y la xenofobia cruzando el Mediterráneo" tenía como objetivo luchar contra los prejuicios y los estereotipos racistas mediante la creación de un espacio libre de intercambio de ideas y experiencias. Por supuesto, no todo el mundo experimenta el racismo de la misma manera dependiendo de su origen o color de piel, sin embargo, el racismo tampoco se percibe de la misma manera dependiendo del género. Las mujeres experimentan el racismo de forma diferente a los hombres. El proyecto también trató de poner en relieve este fenómeno.
La asociación española AIFED y su socio tunecino ONET / BRCV Sousse han buscado, a través de la organización de debates y actividades como la librería humana, dar voz a los jóvenes para que comprendan la experiencia que tienen del racismo.
En efecto, el racismo y el sexismo están vinculados porque se basan en el mismo razonamiento. El primero establece una jerarquía de una supuesta raza sobre otra, mientras que el segundo considera que existe una jerarquía de géneros. Por tanto, estas dos creencias se basan en una ideología común, una ideología de la jerarquía. Este vínculo también ha sido establecido por un estudio de la psicóloga Maite Garaigordobil de la Universidad del País Vasco en España, las personas sexistas son más propensas a tener un comportamiento racista, y viceversa.
En este sentido, el proyecto quiso dar especial importancia a las palabras de las mujeres que, en cierto modo, "acumulan" la discriminación. Por ejemplo, durante la librería humana se observó que las mujeres negras eran más propensas a sufrir insultos racistas y sexistas que los hombres negros. En efecto, las mujeres negras sufren un prejuicio sobre una sexualización supuestamente más avanzada que las mujeres de otros colores. Por lo tanto, están más sexualizadas y cosificadas que las demás. Esto se refleja en los insultos que sufren.
Como ejemplo, la diputada tunecina negra Jamila Ksiksi fue llamada a finales de 2019 "esclava" y "fea". Si uno se imagina que a un negro le llamen "esclavo", no se imagina que a un negro le llamen "feo". Vemos, pues, que a los prejuicios e insultos racistas se suman los prejuicios sexistas. Se trata, pues, de una doble lacra que hay que combatir con mayor vigor.
Al otro lado del Mediterráneo, en España, las personas negras o con velo también sufren discriminación. Sobre todo, en el sector de la vivienda, donde las personas negras o con velo o con un nombre que suene a extranjero tienen más probabilidades de que se les niegue el acceso a una vivienda de alquiler. Se sabe que los extranjeros suelen ser más pobres y tienen muchas más dificultades para convertirse en propietarios, por lo que dependen del alquiler. Además, las mujeres suelen tener hijos a su cargo, lo que hace que su situación sea aún más precaria si tienen dificultades para conseguir una vivienda.
Emilien Cazaban